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La buena estrella

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No hace mucho tiempo que nuestra querida Pam, la secretaria de Estado de Igualdad -la mujer que posee la colección de pollas disecadas más extensa de la Península- se escandalizaba porque en una encuesta que analizaba el bienestar sexual de “les españoles”, un 80% de las mujeres todavía prefería el contacto con un varón para alcanzar el orgasmo, en detrimento de otras prácticas según ella más liberalizantes y empoderadoras, como la masturbación íntima o el contacto mutuo femenino. 

Para Pam, el hombre ya sólo existe para hacer desgraciadas a las mujeres, matar a las arañas peludas y abrir los botes de conservas, y cualquier otro uso le parece un atavismo que habría que erradicar por la vía de la educación, y si no, por la vía de la ley. Pam, por supuesto, es una fanática, una analfabeta funcional, una de las mujeres que ha conseguido que los viejos bolcheviques antaño ilusionados con Podemos ahora busquemos otras alternativas “sumariales” más respetuosas con el medio ambiente.

Hablo de Pam porque me divierte imaginármela viendo “La buena estrella” y descubriendo que la protagonista -esa australopiteca fascista de Maribel Verdú, según ella-  no solo prefiere el coito con un varón, sino que prefiere el coito con DOS varones, aunque no de manera simultánea, eso también es verdad, porque Ricardo Franco era un director serio que nunca hizo pinitos en el mundo de la pornografía. Por el día, Maribel se acuesta con Resines porque él cuida de su hija y además es el dueño de la casa; y por la noche, porque Resines es impotente y no puede dejarla satisfecha, se acuesta con el macarra del barrio que hace tiempo le daba de hostias en plena calle, y al que tendría que haber rajado entonces sin miramientos. Y en eso, mira: yo estoy con Pam y con su pandilla de pandilleras. 

En eso, como en otras muchas cosas, “La buena estrella” es una película imposible de creer. No se puede querer a dos personas al mismo tiempo y además no se puede ser tan gilipollas como el personaje de Resines. Y, sin embargo, la película sigue funcionando. Yo creo que son los actores -y la actriz, sí, Pam- que hacen verosímil lo inconcebible.





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