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Un amigo de cuyo nombre no quiero acordarme me recomendó ver El
crack a pesar de que sabe, positivamente, porque yo no tengo secretos para
él, que Garci es un apellido que tengo prohibido por el psiquiatra, porque me
provoca ansiedad, y por el internista, porque me desata la gastritis. Pero el
amigo insistía, e insistía, como poseído por un rapto, y además me decía que en
la película salía Ponferrada, que es la capital de este subreino -por debajo
del de León, que es el principal, y del de España, que es el inevitable.
- ¿Ponferrada?- le pregunté-. ¿Estás seguro? ¿En una película
de Garci?
- Que sí, hostia, que
sí, que la he visto y sale, o la mencionan, ya no me acuerdo..
Esto fue hace meses, y no le hice ni puto caso, pero hoy, en
la depresión estéril tras la derrota del Madrid, he encontrado el hueco y el
humor. ¿Sale Ponferrada? Pues sí, la verdad, una vez, pero sólo verbalizada... Ningún equipo de filmación se presentó en El Bierzo para rodar aunque sólo
fueran unos exteriores de pega. Al principio de la película, en el despacho
del detective Areta, se presenta un señor que dice provenir de allí -o sea, de
aquí- con el diario ABC bajo el brazo. Cuenta que está buscando a su hija
desaparecida en Madrid, seducida a buen seguro por algún hippy de la movida, un
drogota de esos que votan a los socialistas. Anuncia que se va a quedar unos
días en la capital, arreglando unos negocios, y que espera noticias prontas de
la hija pelandusca. Y hasta ahí, en esa sucinta línea de guion, llega la histórica
aparición, el “guest starring”, de este villorrio del Noroeste. Ni un flashback explicativo,
ni un recuerdo feliz de este pobre hombre en el parque del Plantío, compartiendo
el solecito con su hija todavía no descarriada.
Nada se vuelve a saber en la película de estas verdes
tierras, de esta comarca tan apartada como brumosa. Los espectadores de El
crack nunca saldrán de Madrid, fotografiado hasta la extenuación en planos
“homenajeados” de Manhattan. Es en este paisaje urbano donde el detective Areta
tendrá que vérselas con los malosos de las finanzas. Con la chica de Ponferrada
ya no me acuerdo ni qué sucedió...
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