Mostrando entradas con la etiqueta José Bódalo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta José Bódalo. Mostrar todas las entradas

El crack

🌟🌟🌟


Un amigo de cuyo nombre no quiero acordarme me recomendó ver El crack a pesar de que sabe, positivamente, porque yo no tengo secretos para él, que Garci es un apellido que tengo prohibido por el psiquiatra, porque me provoca ansiedad, y por el internista, porque me desata la gastritis. Pero el amigo insistía, e insistía, como poseído por un rapto, y además me decía que en la película salía Ponferrada, que es la capital de este subreino -por debajo del de León, que es el principal, y del de España, que es el inevitable.

- ¿Ponferrada?- le pregunté-. ¿Estás seguro? ¿En una película de Garci?

-  Que sí, hostia, que sí, que la he visto y sale, o la mencionan, ya no me acuerdo..

Esto fue hace meses, y no le hice ni puto caso, pero hoy, en la depresión estéril tras la derrota del Madrid, he encontrado el hueco y el humor. ¿Sale Ponferrada? Pues sí, la verdad, una vez, pero sólo verbalizada... Ningún equipo de filmación se presentó en El Bierzo para rodar aunque sólo fueran unos exteriores de pega. Al principio de la película, en el despacho del detective Areta, se presenta un señor que dice provenir de allí -o sea, de aquí- con el diario ABC bajo el brazo. Cuenta que está buscando a su hija desaparecida en Madrid, seducida a buen seguro por algún hippy de la movida, un drogota de esos que votan a los socialistas. Anuncia que se va a quedar unos días en la capital, arreglando unos negocios, y que espera noticias prontas de la hija pelandusca. Y hasta ahí, en esa sucinta línea de guion, llega la histórica aparición, el “guest starring”, de este villorrio del Noroeste. Ni un flashback explicativo, ni un recuerdo feliz de este pobre hombre en el parque del Plantío, compartiendo el solecito con su hija todavía no descarriada.

Nada se vuelve a saber en la película de estas verdes tierras, de esta comarca tan apartada como brumosa. Los espectadores de El crack nunca saldrán de Madrid, fotografiado hasta la extenuación en planos “homenajeados” de Manhattan. Es en este paisaje urbano donde el detective Areta tendrá que vérselas con los malosos de las finanzas. Con la chica de Ponferrada ya no me acuerdo ni qué sucedió...






Leer más...

Sesión continua

🌟🌟🌟🌟

Reconozco que a Luis José Garci le he dado mucha caña en este blog. Y más que le daré como siga por estos derroteros, morreando el bigote del Aznar, o la barba de Rajoy, que parece un fetichista de los vellos peperiles. 

    A quien yo tenía en mucha estima era a su hermano gemelo, el otro José Luis, el que en sus años mozos rodó varias películas que todavía aguantan el tirón -las mejores- o son un documento de la época -las menos afortunadas. Luego, por desgracia, a José Luis le dio un ictus, o se fue de misionero al Amazonas, y sus películas, aunque venían firmadas con su nombre, ya estaba claro que no le pertenecían: cursis, relamidas, aburridas a más no poder. Ahora sabemos que fue su hermano Luis José el que perpetró tales desmanes, un tipo ramplón, almibarado, que se hizo habitual en las tertulias de la radio, y en las fiestorras de la Moncloa, bailando chotis con la Botella.

    Pero hace unas semanas, cuando todo el mundo rellenaba su quiniela para los Óscar, regresó José Luis del exilio, o de la enfermedad, y proclamó que Mad Max: Fury Road era su película favorita. José Luis, el cineasta con criterio, había vuelto de las sombras... Y yo, para darle la bienvenida, decidí poner en el reproductor Sesión continua, una película suya de los viejos tiempos. Una rareza que con sus imperfecciones sigue siendo un canto de amor por el cine. Adolfo Marsillach y Jesús Puente hablan de sus vidas, de su amistad, de su fracaso como padres y de su nulidad como maridos. De sus sueños casi amortizados. Me deprimo despacio, que es la película dentro de la película, sólo es el mcguffin que utilizan para dar rienda suelta a sus cinefilias. La vida misma es para ellos un mcguffin, una excusa cojonuda para hablar de cine hasta la madrugada. José Manuel Varela y Federico Alcántara son dos alineados que me resultan muy familiares. Dos desertores de la realidad que encontraron la vida lejos de sí, en las pantallas.



Marsillach [borracho, pero lúcido]: ¿Tú sabes por qué nos hemos hecho mayores sin darnos cuenta?
Puente [más borracho aún]: No me acuerdo
Marsillach: Pues por una cosa muy sencilla. Porque nosotros no hemos vivido.
Puente: ¿Ah, no?
Marsillach: No. Nos han vivido. Siempre hemos vivido vidas que no eran nuestras vidas, porque en nuestras vidas sólo hay historias...
Puente: ¿Tú estás seguro... tú estás seguro de eso?
Marsillach: Completamente, Federico. Somos irreales. Vivimos en estado de película.



Leer más...