Hacks. Temporada 2

🌟🌟


Escribí esto hace apenas cuatro meses, rematando la primera temporada de “Hacks”:

“Los personajes secundarios, ay, amenazan poco a poco con hacerse con el timón. “El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco” era el título de los diarios de Charles Bukowski. Espero que Ava y Deborah no tarden demasiado en volver del restaurante.”

Pero Ava y Deborah no han vuelto todavía. Y ya vamos por el tercer episodio de la segunda temporada. Y yo quiero abandonar el barco... Que la showrunner me acerque a puerto, o que me deje una chalupa para remar. Me da igual. Me aburro como una ostra. Ya no río, ni sonrío. La comedia que yo tanto recomendaba ha degenerado en vodevil. Ahora hay una loca al timón, un intrascendente a los mandos y una petarda que escribe en el cuaderno de bitácora. La marinería ha perdido el rumbo por completo en el Mar de los Guiones.

Ava y Deborah siguen saliendo, claro, pero les han recortado los minutos, y además bailan al son ridículo que tocan los demás. Están en cuerpo, pero ya no en espíritu. Será cuestión de audiencias, de targets, de rollos... Sea como sea, yo no lo entiendo. La serie eran ellas dos peleándose por un chiste, fustigándose con la lengua, lanzándose dardos maliciosos... El choque generacional. Ellas construían su comedia como recomendaba el abuelo Marx en “El Capital y la carcajada”: plantear una tesis, luego una antítesis y alcanzar luego una síntesis que haga reír al respetable. La tesis era una chica joven, bisexual, nativa tecnológica, completamente refractaria a los cantos del lujo y del derroche. La antítesis era una señorona casi victoriana, heterosexual, ignorante de los píxeles, completamente agarrada al lujo y al derroche. De ahí, de esa intersección explosiva, de ese ni contigo ni sin mí, salían unas perlas que en esta segunda temporada, ahora que vamos a la deriva, tan lejos de las costas de las ostras, ya solo son recuerdos de cuando comenzaba la primavera.