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En la escena inicial de “Rapa”,
Javier Cámara pasea por unos acantilados de mucho vértigo envueltos en la
niebla. Y entre eso, y que los creadores de la serie eran los mismos de
“Hierro”, me dio por pensar, absurdamente, que la serie transcurría en Rapa Nui,
en mitad del Océano Pacífico, que es otra isla agreste y solitaria. La idea era
un poco absurda, ya lo sé, pero cosas más raras se han visto en la televisión.
Después de todo, Rapa Nui pertenece a nuestros hermanos chilenos, y Javier
Cámara podría estar allí de expedición científica, o de turista divorciado,
tratando de olvidar a Mari Pepa.
Pero cuando la niebla se
va y aparece la mujer asesinada, en el primer revuelo de personajes ya descubres
que todos hablan con un acento gallego nada propio de la Polinesia. No era
finalmente Rapa-Nui, sino El Ferrol sin Caudillo, el lugar del crimen y el
epicentro de la movida. Pierdes en exotismo, pero ganas en familiaridad.
“Rapa” es una historia de
la España Profunda aunque transcurra al borde del mar. Hay envidias malsanas y
rencores vecinales. Mucha mala hostia en los rostros cejijuntos. Y sobre todo,
una estructura caciquil que resiste el paso del tiempo igual que los moáis:
políticos también imperturbables, con una cara dura que se la pisan, mayormente
de derechas o de extrema derecha, que hacen y deshacen por encima de
constituciones y de órdenes de Bruselas.
La serie no está ni bien
ni mal: está. Le sobra una historia que no voy a desvelar. Es la cuota de
mercado. Cámara es un camaleón que se come cualquier mosca que le echen. Lo que
me extraña es que Movistar + haya autorizado su producción. Desde que el
facherío controla su línea ideológica, no se habían visto unos malotes tan claramente
del PP, engominados según el manual. Hasta el logotipo del partido ficticio
tiene aires blanquiazules. Es, además, cómo hablan, cómo deciden, como
tergiversan... Mafia local de pura cepa. A los censores franquistas se les
escapaban estas cosas porque ellos estaban a la teta y al baile agarrado. Pero
estos fachas de Movistar ya follan como todo quisque, fuera de la Iglesia. No
termino de entender su inacción. Pero se agradece.
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