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Aquel 14-M, en el colegio
electoral de La Pedanía, casi le grito “¡Asesina!” a la interventora del PP que sonreía a todo el
que se acercaba por la urna: a los correligionarios, para hacer causa común, y
a los demás, por si alguno se arrepentía del voto que iba a castigarles. Supongo
que luego, por la noche, se le congeló la sonrisa cuando la media España
cabreada y engañada puso en la Moncloa a nuestro compadre de León.
Pero me he expresado mal: sus jefes de Madrid quisieron engañarnos a todos, con una jeta impasible que todavía hoy, al
revisar el documental, te hiela la sangre, tan campantes en sus atriles, practicando
el doblepensar del que hablaba George Orwell en “1984”. Lo que pasa es que a unos
nos indignaba el engaño y a otros les daba igual. Es aquello que dijo una vez
Donald Trump (al que no hemos parado de hacer burla sin escucharle de verdad):
que si un día le pegara un tiro a un viandante, así, por puro capricho, la gente le seguiría
votando. Él sabe que lo que se dirime en cualquier elección democrática no es una
integridad moral ni un resultado de la gestión: que es, por lo metafísico, un
orgullo de pertenencia, y una defensa visceral; y por lo práctico, una simple
defensa de los impuestos irrisorios.
Reconozco que yo iba muy caliente aquel día.
Fueron tres días... incandescentes. Los viví -los vivimos- pegado a la tele, a
la radio, al proto-internet. No sé que hubiera pasado de haber existido entonces
las redes sociales... Facebook, por ejemplo, se lanzó a la red justo un mes
antes de los atentados. Ese es el otro tema: lo tenemos todo muy fresco, archisabido,
como si los 192 muertos aún estuvieran por enterrar, y sin embargo ves el documental
y es como si nos hablaran de la Guerra de Flandes, y no de la Guerra de Irak,
de la que esta salvajada fue una batalla más. Un ataque tras las líneas
enemigas de esa pandilla de pastores locos a los que hubiera sido mejor no
molestar. Cuando empiezas una guerra es lo que suele pasar. Sí, se lo digo
usted, señor “Ánsar”, como le llamaba su amigo George en la intimidad.
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