Desenfocado

馃専馃専馃専馃専


A veces me pregunto qu茅 hubiera sido de mi vida -la sexual, digo- si en vez de pertenecer a la masa de los an贸nimos, de los nacidos a este lado del televisor, hubiera sido un hombre famoso y seductor: un actor, un futbolista, un presentador de chorradas en Tele 5. Un choni que hace petting en la penumbra bajo la atenta mirada del Gran Hermano. Un concursante al que expulsan el primer d铆a del Nosequ茅 y luego pasean por los plat贸s de la cadena. 

Una gloria nacional, quiero decir. Un guapete del star system como Bob Crane en “Desenfocado”, que mientras trabajaba en la radio vivi贸 un matrimonio ejemplar  de tres hijos, casa de ensue帽o y mujer que le adoraba; pero que en cuanto protagoniz贸 una serie de televisi贸n empez贸 a caer en cada tentaci贸n andante que le sonre铆a, lo mismo una rubia que una morena, una impechada que una pechugona.

Es f谩cil decir que uno cree en la monogamia -o al menos en la monogamia sucesiva- cuando nadie te pone a prueba de verdad. Cuando la vida transcurre sobre una aburrida carretera que no tiene 谩reas de descanso ni desv铆os secundarios. El amor verdadero, para serlo, tiene que vencer esas tentaciones apart谩ndolas con ambas manos, como un explorador que se abre paso por la selva. Si no hay esfuerzo no hay vanagloria. No hay nada de qu茅 presumir -la fidelidad, la integridad, todo ese rollo- si el diablillo no te se帽ala las tentaciones y t煤 haces como que no lo oyes, como que es un ser malvado e imaginario. Los h茅roes del amor, como los h茅roes de acci贸n, tienen que superar varias pruebas para merecer la distinci贸n.

Lo que le pas贸 a Bob Crane fue, simplemente, que subi贸 un escal贸n en la pir谩mide social. Que se hizo reconocible y empez贸 a frecuentar los hoteles y la noche. Y subido a ese escal贸n pudo contemplar lo que antes el muro le ocultaba: un jard铆n de las delicias donde el diablo ya no da abasto con el tridente que se帽ala y ofrece. Una perdici贸n y una lujuria. Todo muy humano, demasiado humano, como dijo el bigot贸n.