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Mañana mismo regresaré a
La Pedanía en una carraca que nada tiene que ver con este Tren Bala de los
japoneses. Esto que transcurre por los villorrios leoneses es el “Snail Train”,
más que el “Bullet Train”.
Será la casualidad, pero
justo antes de poner la película en el ordenador, en el penúltimo día de vacaciones,
compré en la app de RENFE el billete que habrá de devolverme a la madriguera. Un
tren regional, sí, pero un regional exprés, ojo. Quiere decir que no para en
todos los pueblos que se extienden entre León y La Pedanía, que son unos
cuantos. Solo en unos pocos escogidos, con un mínimo de población que
justifique la demora. O así era antes, al menos, porque en el viaje de ida
también se suponía que íbamos en un exprés y al final paramos hasta en
los descampados, a ver si se subía alguna vaca despistada. Me da que esto de “exprés”
ya se ha quedado como un truco publicitario; como una coletilla que quiere dar
caché a lo que ya es, a todas luces, un tren pre-jubilado, que se ha resignado
a recoger a todos los pueblerinos de la provincia. Total, qué más da: una vez disipado
el sueño de la Alta Velocidad, ya da lo mismo tardar dos horas que dos horas y
media, y además, con tu billete, como cuando compras el cupón de la ONCE, contribuyes a una obra
social.
El Bullet Train que une
Madrid con Galicia estuvo a punto de pasar por La Pedanía. Parecía casi hecho, decían
los políticos muy orondos, pero al final, entre las dificultades orográficas y
la presiones de no sé quién, el Tren A Toda Hostia (TATH) enfiló por tierras
zamoranas, al sur de la cordillera. Fue un planchazo ferroviario. Desde
entonces cunde el desánimo y todo está manga por hombro. Los trenes traquetean
mucho, o se averían, o viajan sin revisor. Es un poco
desmadre. Pero siguiendo las enseñanzas de Brad Pitt en “Bullet Train”, puede que sea mejor así: en estos trenes regionales,
aunque sean exprés, jamás viajarían estos asesinos de la peli para montar un
movidón. Mañana tardaré horas en llegar a La Pedanía, pero iré leyendo tranquilamente,
o viendo alguna que otra película, mientras Eddie duerme su sueñecito en
el transportín.
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