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Pam & Tommy

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Hasta hace un par de semanas yo era uno de los pocos que no conocía el famoso vídeo de Pamela Anderson y Tommy Lee. Un ignorante lamentable. Estoy en el mundo pero es como si lo flotara, como si nunca posara los pies en el suelo. Solo en la hierba de los campos de fútbol... No veo la tele, ni leo las revistas, ni trato con nadie que me ponga al día de estas cosas. Alguien que me baje de  esta vida mía de pájaros virtuales, a demasiados metros de altitud. Vivo muy apegado al barro para unas cosas y muy distante para otras: así soy yo. El ermitaño de la tontería. Llevo años en una cueva de Tora Bora donde solo entra la “prensa seria” y la actualidad del Madrid, y las películas donde el nombre de Pamela Anderson jamás saldría en los títulos de crédito. Llámenlo elitismo, o estrechez de miras.

Pero tampoco vayamos a exagerar: antes de ver la serie sí sabía quién era Pamela Anderson Pero vamos, muy de lejos, apenas una referencia en el folklore americano. Jamás vi un episodio de “Los vigilantes de la playa” porque sus pechos no aguantaban toda la memez que alimentaban. Yo, de Pamela, solo conocía eso, sus pechos descomunales. Una ceguera úbrica, y lúbrica. Ni siquiera hoy podría ponerle una cara que no fuera la de esta actriz que la interpreta.  Magistralmente, creo.

Tampoco sabía, puestos a no saber, que Pamela había estado casada con un rockero llamado Tommy Lee que era el batería de un grupo de nombre indescifrable, y de música inescuchable. Pero es que ni pajolera, vamos. Y visto lo visto, tampoco creo que me haya perdido nada: Pam y Tommy son dos descentrados, dos personajes insufribles a los que íntimamente deseas que todo les vaya mal en la vida, aunque la serie se empeñe en susurrarte lo contrario.

Bueno: todo no, porque lo del vídeo les pasó a ellos como le podría suceder a cualquiera. Cualquiera que se autofilme, claro. Yo sería feliz si a Pam y a Tommy les frieran a impuestos revolucionarios. Eso sí; pero esto no. Esto otro es inadmisible. La serie va de la pérdida de la intimidad que vino con internet. Y todos -ricos y pobres, tontos y listos- tenemos una intimidad.



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