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El escritor

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Después de la comparecencia en el Parlamento, de la rueda de prensa, de la cumbre internacional, del Consejo de Ministros, del pulso con la oposición, de la reunión con los expertos, de la llamada secreta del Club Bilderberg… Después de todo eso, cuando termina el día, los gobernantes se retiran a sus aposentos para ser ellos mismos otra vez, despojados de caretas, y de poses esforzadas. Se quitan el traje de faena para darse una ducha, y allí, desnudos ante el espejo, vuelven a ser Perico Pérez, o Perica López, los compañeros sentimentales de Fulana de Tal, o de Mengano de Cual, que charlan con ellos en la intimidad del cuarto de baño, y luego en el reposo del sofá, ante la tele, y más tarde, quizá, si hay ganas, si el estrés no es mucho y la libido sigue carburando, en la comunión espiritual de los cuerpos.



    Muchas veces, el compañero de cama es alguien que no pertenece al mundo de la política, o que no quiere saber nada de él. Alguien que tal vez reconoce su incapacidad para estar a la altura del asunto,  y no se atreve a dar consejos a quien se supone que ya cuenta con buenos consejeros, y tiene acceso a información privilegiada que la mayoría no manejamos. Lo más habitual en la pareja es esto: el apoyo moral, la comprensión incondicional, el consejo anecdótico sobre el corte de pelo que más te favorece para salir en televisión…

    Pero a veces, en la ficción, y en la vida real, son ellos los que llevan la falda de la Primera Dama, o ellas, las que portan los pantalones del Primer Ministro. Los cerebros en la sombra. En tales casos, los que son cabeza de cartel sólo ponen la presencia, la fotogenia, la belleza incluso. La voz convincente y serena que encandila a los electores del mismo sexo, y a los del sexo contrario. Excelentes actores en este drama cotidiano de la política. Mientras tanto, los verdaderos autores de la obra quedan entre bambalinas, o aparecen en segundo plano, sosteniendo la copa de champán. No murmuran palabras de amor ni de apoyo cuando les sorprendes moviendo los labios. Están recitando el discurso que ellos mismos redactaron la noche anterior.



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Mars Attacks!

🌟🌟🌟🌟

Hace un cuarto de siglo, en Televisión Española, Albert Boadella gozaba de un microespacio para repartir estopa que se titulaba Orden Especial. Al grito de ¡Purgandus populus!, un ejército de frailes que nos vigilaban salían a la calle para hacer justicia con sus porras. Su objetivo no eran los rojos ni los ateos, porque los dineros de su organización provenían de la televisión socialista. Ellos le daban en el cocoroto a los estúpidos, a los farsantes, a las madres histéricas y a los tontos del haba. Por aquel entonces Boadella era un tipo que molaba. Le escuchabas en las entrevistas y siempre te caía en gracia, con aquellas opiniones tan particulares, y aquella retranca con acento catalán. Luego fue seducido por el lado oscuro de la Fuerza, y vendió su alma a un lord Sith llamado Esperanza Aguirre. Menos mal que ahora no disfruta de un programa parecido, porque su objetivo purgatorio serían los justos y los buenos. 

          En Mars Attacks!, Tim Burton montó un purgandus populus a lo bestia. En lugar de usar frailes malvestidos del Alto Ampurdá, él, que disponía de un alto presupuesto, eligió un ejército de marcianos para hacer limpieza entre los majaderos y los avariciosos. Armados de sus pistolones que parecen de juguete, los hombrecitos verdes convierten en gas a los periodistas carroñeros, a los políticos sin moral, a los militares belicistas, a los especuladores sin entrañas... Los marcianos de Tim Burton aterrizaron en Estados Unidos en el año 1996, pero podrían aterrizar hoy mismo, en la piel de toro, y encontrarse con la misma fauna de impresentables. Mars Attacks! es una película que está pidiendo a gritos una spanish version. Una buena somanta de hostias arreada por un ejército de garrulos desembarcados en Madrid, comandados quizá por Joaquín Reyes, o por el Tío la Vara, heredero directo de aquellos frailes de Boadella. Lo que nos íbamos a reír. 

Pero que nos pongan a Natalie Portman, eso sí, porque en Mars Attacks! su personaje sobrevivía a la invasión. Incluso los malvados marcianos se rindieron a su belleza, y fueron incapaces de disparar.


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