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La primera vez que vi “The Master” busqué cosas sobre Cienciología en internet. Pero ya no recuerdo apenas nada: sólo que sus dioses son unos extraterrestres cabezones que viajan por la galaxia sembrando una semilla ya no sé si genética o espiritual.
Es por eso que hoy, en la octava ola de calor del verano, me he desmadejado en el sofá para ver otra vez “The Master” a ver si reparaba mis agujeros. Pero al poco he recordado que Paul Thomas Anderson siempre toma caminos extraños y tortuosos y que “The Master” no me iba a servir como libro de consulta. Su película es un acercamiento a la Cienciología -o a una engañifa muy parecida- que a ratos resulta comprensible y a ratos no. A veces convencional y a veces extravagante. Pero eso sí: siempre fascinante.
“The Master” no pretende ser un biopic desautorizado sobre Ron Hubbard, ni un simposio sobre una religión que parece aún más absurda que las demás. “The Master” es, por encima de todo, la crónica de un empecinamiento pedagógico. Algo así como un remake de “El pequeño salvaje” de Truffaut, donde aquel ilustrado llamado Jean Itard se las tenía tiesas con el niño salvaje de Aveyron. En la película de P. T. A., Lancaster Dodd presume de practicar una psicoterapia capaz de devolver a los hombres al camino recto del equilibrio. Su método es una batalla terapéutica contra la tiranía de los instintos que a ratos parece un psicoanálisis de mi abuelo Sigmund y a ratos una psicomagia de Alejandro Jodorowsky.
Lancaster Dodd vive muy confiado de sí mismo hasta que se topa con un peñasco en el camino: Freddie Quell, un excombatiente de la II Guerra Mundial alcohólico y sexoadicto. Un tipo desquiciado y enigmático de circuitos neuronales imposibles de reparar. Esa dialéctica imposible entre el profesor orgulloso y el alumno ingobernable será el drama central de la película. En el fondo, la vieja pelea entre la educación y el instinto... El combate filosófico entre la creencia de que los hombres pueden cambiar y la sospecha de que uno siempre es como es y anda siempre con lo puesto, como cantaba Serrat.
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