El oscuro carisma de Adolf Hitler

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Me puse a ver El oscuro carisma de Adolf Hitler porque pensé que el enfoque era distinto a otros documentales -con eso del “oscuro carisma”-  y que la BBC había dado con filmaciones secretísimas guardadas en una lata de metal. Pero la publicidad, de nuevo, me engañó. Y también el amigo, que ya le cantaré las cuarenta cuando vuelva a verle, porque él me dijo que había visto la serie y que estaba muy bien, y luego resultó, cuando le saqué el tema, que en realidad sólo había visto un episodio, y medio dormido, o no sé cómo...

En fin, que me dejé liar por un documental que cuenta la misma historia de siempre, la archisabida. O al menos archisabida para quienes una vez tuvimos la pedrada de la II Guerra Mundial y leíamos todo lo que nos caía en las manos, y veíamos cualquier película ambientada en la época. Hitler, a estas alturas -su auge y caída, su demencia y su carisma, su origen austríaco y su muerte berlinesa-, ya no es un misterio para nadie. Queda poco que rascar, al fondo del perol, y este documental no venía con la cuchara de madera.

Pero perseveré, no sé por qué. Quizá porque la voz del narrador era subyugante y yo no tenía otra cosa que hacer a la hora de la siesta; o, quizá, porque las imágenes de los nazis siguen teniendo un poder de atracción inexplicable, y fascinante. Si una vez existió el mal absoluto, como predican los maniqueos, sin duda se encarnó en estos tipos del gesto chulesco. ¡Pero qué porte, qué estilazo, que manera más elegante de llevar el gris y el azul de los trajes de franela! Su outfit, como dicen ahora, sigue siendo insuperable.

De todos modos, no está de más refrescar los viejos conocimientos sobre el fascismo. Supongo que es ocioso recordar que Hitler llegó al poder ganando unas elecciones democráticas. Y ahora, sus nostálgicos peninsulares están a punto de hacerlo otra vez. Conquistar el poder sin pegar un solo tiro. Volverán de otro modo, más sibilino, más refinado, más del 78, pero volverán: el racismo, el matonismo, el nacionalismo beligerante. El himno en los colegios. Ya están ahí... Mientras tanto, la izquierda discute si son fascistas, fascistos o fascistes.