🌟🌟🌟🌟🌟
Llevamos tanto tiempo hablando de “The Wire” que ya hemos
perdido la perspectiva de los años. Yo por lo menos. “The Wire” lleva en la
cartelera catódica veinte años, que son un tercio de vida si tienes mala
suerte, o un cuarto, si la fortuna te sonríe. Sea como sea, un buen cacho de
existencia. El gol de Iniesta ya empieza a coger el color sepia del gol de
Zarra y sin embargo, cuando Camacho gritaba afónico en el televisor, ya hacía
dos años que “The Wire” había terminado su andadura en la HBO, las cinco
temporadas completas, y se iba posicionando en el top 5 espiritual de todos
nosotros. Cuando “The Wire” dejó de ser soporte físico y ascendió a los cielos
del wifi, empezó a convertirse en mito y religión. Y desde entonces que no
hemos parado de alabarla...
Tenía miedo de ver la primera temporada. A veces la leyenda
no resiste una visita. Todos los católicos, por ejemplo, sueñan con viajar en
el tiempo a la Palestina de Cristo, como en Caballo de Troya, pero no sé
cuántos regresarían al siglo XXI con su fe intacta. La narración de los
evangelistas y la realidad de los hechos puede ser tan chocante como
demoledora. Algo así me temía yo con “The Wire”: una especie de desacralización,
o de mundanidad. En el primer episodio te das cuenta de que los teléfonos
móviles son todavía unos cacharros antediluvianos y poco generalizados. Por
eso, precisamente, se andan con tanto lío en las escuchas... Hay teles
cuadradas, y ordenadores con Windows 95, y los detectives hablan mucho de cómo
se ha puesto la cosa con las detenciones en comisaría, al hilo del 11-M. Es,
directamente, el mundo del ayer.
Pero la narrativa, ay, permanece intacta. Te entra
por los ojos y por los oídos a los quince minutos de parloteo, y ya te relajas
del todo y disfrutas como un enano. La serie resiste, vaya que si resiste. Es
más: campea victoriosa. Las jetas de todo este casting pluscuamperfecto
conforman algo así como una esfinge de Giza que mira al puerto de Baltimore, imperturbable.
El viento y la sal todavía no han producido rasguños detectables.
Hay nariz para muchos años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario