Delicias turcas

🌟🌟

¿Y esta era la tan afamada “Delicias turcas”? Pues bueno... Yo vivía muy bien en su desconocimiento, tengo que decir. Pero el cinéfilo, ay, se debe a su cinefilia. Le mata el sentido del deber, y la curiosidad, que también mata a los gatos. Yo ya me olía que esto era una majadería, como dice Carlos Boyero en la radio, pero me vi inmerso en un ciclo de Paul Verhoeven, y entre una película de las antes, y una película de las de ahora, al final fue más fuerte la tentación que el recelo. Me autoconvencí de que mi autoconvencimiento quizá estaba equivocado con “Delicias turcas”. Y me estrellé, claro. Pero es que así me paso la vida: autoconvenciéndome de probar cosas que no me convienen. C’est la vie. Y también la hostia que viene después.

Con las “Delicias holandesas” ya no pienso caer en la tentación. Pero es que en el caso de “Delicias turcas” no seduce ni el cebo del porno, vamos. El softporn, mejor dicho, aunque todo sea como muy sucio y truculento. Provocador a lo muy ácrata de los años 70. Pero nada: una tontería, háganme caso Una broma de adolescentes. Caca y culo, pedo y pis. La portada de cualquier web porno, accesible a cualquier persona con un solo golpe de clic, ya enseña más material del que enseñan Rutger Hauer y su señora. Yo entiendo que en 1973 la cosa estaba jodida, jodida de verdad, y que la contemplación de dos cuerpos desnudos, ejercitando el placer de los bonobos, tenía que poner muy erecto al personal. Y muy turbadas a las beatas, y a los beatos. Solo por eso, quizá, habría que disculpar al señor Verhoeven en sus intenciones. Pero su película se ha quedado viejuna e irrisoria. Ridícula. Y de un machirulo que espanta. Está... mal hecha. No tiene ni pies ni cabeza. Ni apenas genitales, ya digo. Unas ganas de molestar, nada más.

Al final ella muere. Lo digo para librarles de la tentación. El otro día, en la tertulia de la radio, destriparon CODA por entero para que nadie la viera, de lo mala que la ponían. Yo aún no la he visto, así que no sé. Pero como táctica pero me parece cojonuda cuando se hace una obra de caridad.