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¿Y esta era la tan afamada
“Delicias turcas”? Pues bueno... Yo vivía muy bien en su desconocimiento, tengo
que decir. Pero el cinéfilo, ay, se debe a su cinefilia. Le mata el sentido del
deber, y la curiosidad, que también mata a los gatos. Yo ya me olía que esto
era una majadería, como dice Carlos Boyero en la radio, pero me vi inmerso en
un ciclo de Paul Verhoeven, y entre una película de las antes, y una película
de las de ahora, al final fue más fuerte la tentación que el recelo. Me autoconvencí
de que mi autoconvencimiento quizá estaba equivocado con “Delicias turcas”. Y
me estrellé, claro. Pero es que así me paso la vida: autoconvenciéndome de probar
cosas que no me convienen. C’est la vie. Y también la hostia que viene después.
Con las “Delicias
holandesas” ya no pienso caer en la tentación. Pero es que en el caso de “Delicias
turcas” no seduce ni el cebo del porno, vamos. El softporn, mejor dicho, aunque
todo sea como muy sucio y truculento. Provocador a lo muy ácrata de los años
70. Pero nada: una tontería, háganme caso Una broma de adolescentes. Caca y
culo, pedo y pis. La portada de cualquier web porno, accesible a cualquier
persona con un solo golpe de clic, ya enseña más material del que enseñan
Rutger Hauer y su señora. Yo entiendo que en 1973 la cosa estaba jodida, jodida
de verdad, y que la contemplación de dos cuerpos desnudos, ejercitando el
placer de los bonobos, tenía que poner muy erecto al personal. Y muy turbadas a
las beatas, y a los beatos. Solo por eso, quizá, habría que disculpar al señor
Verhoeven en sus intenciones. Pero su película se ha quedado viejuna e
irrisoria. Ridícula. Y de un machirulo que espanta. Está... mal hecha. No tiene
ni pies ni cabeza. Ni apenas genitales, ya digo. Unas ganas de molestar, nada
más.
Al final ella muere. Lo
digo para librarles de la tentación. El otro día, en la tertulia de la radio,
destriparon CODA por entero para que nadie la viera, de lo mala que la ponían. Yo
aún no la he visto, así que no sé. Pero como táctica pero me parece cojonuda cuando
se hace una obra de caridad.
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