La sombra de las mujeres

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No sé por qué la película se titula “La sombra de las mujeres” porque aquí se engañan por igual hombres y mujeres. El adulterio como deporte nacional al norte de los Pirineos. El aduleterio omo en las películas de Rohmer que estoy siguiendo en paralelo. De hecho, es como si Philippe Garrel hubiera cogido su testigo para ahondar en los mismos quebraderos de cabeza. Había un personaje en la película que le era fiel a su pareja y decidieron suprimirlo en el montaje definitivo porque desentonaba con el paisaje.

Puestos a pensar mal, uno diría que el título tiene una intención misógina. Como si fuera el adulterio de la mujer el que ensombrece la relación, y no el adulterio de su compañero, que tanto monta y monta tanto. Y vaya que si montan, estos dos picaflores, estos dos pecadores de la pradera parisina. Si aún creyéramos en el cielo y en el infierno, diríamos que los Campos Elíseos son el único cielo que van a pisar a lo largo de su vida. Etimológicamente hablando claro. Pero ya sabemos que el bien y el mal no existen: que nos guía el conflicto de intereses, y que ese entrechocar no tiene castigo divino ni perdón en la oración. Solo nos queda la honestidad como refugio.

La gran pregunta que sobrevuela la película es: ¿puede una pareja sobrevivir a una infidelidad? Y más aún: ¿puede sobrevivir a una infidelidad mutua? Y no se vayan todavía, porque aún hay más: ¿puede sobrevivir a una infidelidad mutua sostenida en el tiempo? El tono de la narración dice que sí, pero tengo por seguro que ninguna pareja sobrevive incólume a estos estropicios. De esa batalla -cuando se vuelve- se vuelve con una cicatriz que atraviesa el rostro de lado a lado. Ya no miras igual, ni te miran igual. O vuelves sin un miembro, perdido en el combate. Tras la escabechina, los amantes más puristas prefieren no darse una segunda oportunidad. Otros, en cambio, por múltiples razones que van desde la obsesión sexual hasta la soledad inconsolable, deciden perdonar y perseverar. La otra gran pregunta es si eso supone el triunfo del amor o su traición definitiva.