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Los malentendidos en el amor son, casi siempre, una cuestión
de vocabulario. Yo te amo, y tú me amas, pero podemos estar hablando de dos
amores que no tienen nada que ver. Que pueden ser incompatibles incluso. Destructivos
en ocasiones. Materia y antimateria que entran en colisión y generan
explosiones de energía.
La cuestión no es amar más o amar menos, sino que hay tantos
modos de amar como personas en el mundo. Ocho mil millones de paradigmas. Ocho
mil millones de sueños románticos, de aspiraciones sexuales, de ideales de
convivencia... El amor es una torre de Babel, una cacofonía, y por eso cuando
dos amantes sintonizan la misma frecuencia hablamos del “milagro del amor”. Enamorarse
-enamorarse de verdad- es una verdadera excepción a la regla de no entenderse.
Y además está el sexo, escurridizo, que enreda entre los
amantes como una serpiente bíblica de la tentación. El personaje de Jonathan
dice que es muy fácil confundir el buen sexo con el amor. Y quizá sea eso,
después de todo, lo que les pasa a Mira y a Jonathan: que incluso en los peores
momentos son incapaces de contenerse, de no desearse con una turbulencia infatigable,
y en ese polvo de reconciliación se vuelven a creer enamorados cuando en
realidad solo faltan quince minutos para no volver a soportarse. La frontera
entre el amor y el sexo siempre ha sido difusa, porosa, terreno de eterna disputa.
Puede que ni siquiera exista, y que todo sea el mismo sentimiento que va
cambiando de nombre según los contextos. Otra vez una cuestión de vocabulario.
“Secretos de un
matrimonio” es una serie cerrada, sin continuación, pero yo rodaría un spin-off
con todos esos amantes que Mira y Jonathan van dejando en el camino mientras deshojan
la margarita de su matrimonio. Amantes a los que ellos usan como escapatoria,
como justificación, como desahogo. Amantes, algunos, a los que prometen la vida
eterna mientras de reojo siguen esperando la llamada en el móvil, el mensaje...
El grito desesperado. Mira y Jonathan son dignos de piedad porque se aman a
pesar de su boludez, pero al final de la serie empiezan a caerme un poco gordos,
la verdad.
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