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Rapa

🌟🌟🌟

En la escena inicial de “Rapa”, Javier Cámara pasea por unos acantilados de mucho vértigo envueltos en la niebla. Y entre eso, y que los creadores de la serie eran los mismos de “Hierro”, me dio por pensar, absurdamente, que la serie transcurría en Rapa Nui, en mitad del Océano Pacífico, que es otra isla agreste y solitaria. La idea era un poco absurda, ya lo sé, pero cosas más raras se han visto en la televisión. Después de todo, Rapa Nui pertenece a nuestros hermanos chilenos, y Javier Cámara podría estar allí de expedición científica, o de turista divorciado, tratando de olvidar a Mari Pepa.

Pero cuando la niebla se va y aparece la mujer asesinada, en el primer revuelo de personajes ya descubres que todos hablan con un acento gallego nada propio de la Polinesia. No era finalmente Rapa-Nui, sino El Ferrol sin Caudillo, el lugar del crimen y el epicentro de la movida. Pierdes en exotismo, pero ganas en familiaridad.

“Rapa” es una historia de la España Profunda aunque transcurra al borde del mar. Hay envidias malsanas y rencores vecinales. Mucha mala hostia en los rostros cejijuntos. Y sobre todo, una estructura caciquil que resiste el paso del tiempo igual que los moáis: políticos también imperturbables, con una cara dura que se la pisan, mayormente de derechas o de extrema derecha, que hacen y deshacen por encima de constituciones y de órdenes de Bruselas.

La serie no está ni bien ni mal: está. Le sobra una historia que no voy a desvelar. Es la cuota de mercado. Cámara es un camaleón que se come cualquier mosca que le echen. Lo que me extraña es que Movistar + haya autorizado su producción. Desde que el facherío controla su línea ideológica, no se habían visto unos malotes tan claramente del PP, engominados según el manual. Hasta el logotipo del partido ficticio tiene aires blanquiazules. Es, además, cómo hablan, cómo deciden, como tergiversan... Mafia local de pura cepa. A los censores franquistas se les escapaban estas cosas porque ellos estaban a la teta y al baile agarrado. Pero estos fachas de Movistar ya follan como todo quisque, fuera de la Iglesia. No termino de entender su inacción. Pero se agradece.



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Hierro

🌟🌟🌟🌟

Yo también vivo en una isla, pero no rodeada de agua, sino de montañas. Un circo geológico que a veces también es un circo político, según quien gobierne, o un circo al que le crecen los enanos, cuando hablamos de economía popular. Es por eso, quizá, que viendo la serie Hierro he creído entender la idiosincrasia de la isla canaria-su estrechez geográfica, su aislamiento orgulloso- y también su madeja social, porque allí, como en mi isla peninsular, todo el mundo es pariente de alguien o amigo de alguien, o las dos cosas a la vez, y es imposible hablar mal de una persona a sus espaldas sin que se entere a la media hora por un cotilleo. Me pasó a mí, en los primeros tiempos en esta depresión paisajística, que alguien te ofendía, y se lo contabas en confianza a las amistades recién hechas, y no sabías que tu oyente era precisamente un agente secreto, un topo del aludido, que tomaba buena nota del asunto mientras sonreía y te daba la razón como a los tontos, qué barbaridad, ay que ver, cómo es la gente por aquí, ya te irás acostumbrando y tal…. Uno, como la jueza Candela de la serie, siempre era el último en enterarse de que habías quedado como un gilipollas.


     Sucede, además, que este valle donde yo vivo también es un lugar muy hermoso, de altas montañas y paisajes de vértigo, y tiene decenas de rincones que cuando yo llegué decoraban las postales de los estancos, para los turistas que todavía no tenían cuenta abierta en Instragram. Aquí también se podría rodar una serie de Movistar + donde se diera un contraste muy dramático entre la belleza del paisaje y la negrura del alma humana, porque siempre habrá alguien deseando a la mujer del prójimo, o los bienes ajenos, o ganar mucha pasta por caminos poco legales. Una tradición seriéfila que empezó seguramente con Twin Peaks, que transcurría en un bosque casi encantado, como de los elfos americanos, y que bien podría continuar aquí, en este Noroeste que no es ni Galicia ni León, en la isla del Carbón, más que del Hierro, donde no hay plataneros sino castaños, pero donde todo el mundo tiene las mismas debilidades que los herreños, y los madrileños, y los indígenas del Paraná…





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