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Borgen. Temporada 3

🌟🌟🌟

En España tenemos sol, y playa, y cervecita fresca en la terraza. Escaqueo laboral y cachondeo por arrobas. Mientras no haya un gobierno que restrinja estos privilegios nos va a dar igual que nos roben otras cosas fundamentales: el dinero público, o la dignidad. 

La gente de este país, cuando llega el invierno, se conjura para dar un vuelco electoral en las próximas elecciones. Son inviernos casi pre-revolucionarios, como aquellos de la escalinata de Odessa y del acorazado Potemkim. Pero llega la primavera y los mismos que en enero juraban no tener ni un puto duro se acomodan en las terrazas y ya no quieren hablar más de política o de corrupciones. “Como en España, en ningún sitio”, te dicen cuando hace solo dos meses renegaban de su país y del carácter incorregible de nuestra raza. Son los mismos, sí, que hace nada soñaban en voz alta con vivir en los países nórdicos del bienestar, allí donde los políticos dimiten y muchas veces dicen la verdad. El buen tiempo es el aliado natural de nuestros explotadores. El sol es el opio del pueblo.

En Dinamarca, en cambio, tienen frío invernal, y playas chungas, y una cerveza cojonuda pero a unos precios desorbitados. Como el clima es arisco y el café también cuesta varias coronas de más, los daneses se afanan en construir una sociedad que funcione y les aporte felicidad por otros derroteros. 

En el palacio de Christiansborg también hay mucho hijo de puta pululando por los despachos, porque los daneses, hasta que no se demuestre lo contrario, pertenecen a la misma especie que la nuestra. Pero allí el sistema funciona, y los mecanismos punitivos están bien engrasados. Más allá de las ventanas donde los políticos discuten o trapichean, en “Borgen” se adivina una sociedad modélica que uno quisiera copiar en este país. Daría tres salmones ahumados por ser Alicia en un país de las maravillas donde hay impuestos rigurosos, servicios públicos y conciencias ecológicas. Gente que habla inglés con soltura para ser verdaderos ciudadanos del mundo y no unos paletos irrecuperables.





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Borgen. Temporada 2

🌟🌟🌟🌟

Después de ver los episodios de “Borgen” siempre me dan ganas de visitar Copenhague. Es más: puede que lo haga el próximo verano si junto los jayeres necesarios. Pero no puedo aplazarlo mucho más: tarde o temprano el siroco africano alcanzará las costas del Báltico en los meses veraniegos y ya sólo nos quedará el Polo Norte para refugiarnos. 

“Borgen” es una serie de gran calado político que además sirve para vender la Marca Dinamarca al resto del mundo. Porque Dinamarca no es solo balonmano ni Eurocopa 92. No se termina en los juguetes de Lego ni en los cuentos de Hans Christian Andersen. “Borgen”, sobre todo, vende un país donde todo el mundo es guapo y se comporta de manera civilizada. Habrá de todo, como en cualquier viñedo del Señor, pero seguro que allí puedes operarte la fealdad en la Seguridad Social y reeducarte la estulticia mediterránea en una clínica puntera en psicoterapias. 

Copenhague no sale mucho en “Borgen” porque casi todo es trastienda parlamentaria y estudio de televisión, pero cuando los políticos se echan a la calle para estirar las piernas o confabular sin miedo a ser escuchados, se adivina una ciudad bonita y transitable, toda limpia y llena de bicicletas. En “Borgen”, cuando llega el verano, el sol no agrede a la gente con mordiscos y bofetones como hace aquí aprovechando la impunidad de las bajas latitudes. El sol de los nórdicos es un dios amable que te acaricia la piel y te invita a tumbarte en los numerosos parques de la ciudad. Es un sol... eso, civilizado. Danés.

Pero lo mejor de todo es cuando llega el invierno y los políticos de "Borgen" traman sus planes con muchos abrigos encima y exhalando el vaho que aquí en España ya es una especie protegida. El invierno en Dinamarca es infantil y acogedor. Es el invierno perdido de mi niñez. Es un invierno crudo y combatible. Hace cuarenta años, en León, te ponías un abrigo, un gorro y unos guantes y te reías del puto verano haciéndole pedorretas. Echo de menos la nieve, los carámbanos, la sal preventiva en las aceras... Quizá viaje a Dinamarca en invierno, y no en verano, a pesar de las pocas horas de luz. De ese modo también será un viaje en el tiempo.



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Borgen. Temporada 1

🌟🌟🌟🌟

Si nuestras antípodas geográficas están en Nueva Zelanda, nuestras antípodas políticas caen más bien por Dinamarca. La primera temporada de “Borgen” ya tiene quince años y estamos cada vez más lejos de su ideal. Puede que a los daneses -y a sus hermanos escandinavos- se les haya quedado viejuna en algunos planteamientos. Son sociedades que progresan adecuadamente, en todas las evaluaciones, mientras que nosotros, los europeos con retraso curricular, necesitamos mejorar en las asignaturas más importantes. También jugamos en Europa, sí, pero en Tercera División.

Es posible que a un danés del año 2025 le parezca que los personajes de “Borgen” ya pertenecen a un pasado vergonzoso o superado, como cuando nosotros vemos una película de Paco Martínez Soria o de Alfredo Landa en bañador. Para nosotros, sin embargo, los bárbaros del sur, los europeos analógicos, “Borgen” sigue siendo una utopía política inalcanzable, a veinte años vista, o a veinte siglos de distancia. Y lo peor de todo es que nos da igual: aquí pensamos que los daneses son unos desgraciados porque no tienen el sol cancerígeno sobre sus cabezas y en el fondo nos reímos de sus cmportamientos ejemplares.

Cuando entramos en la Unión Europea, allá por 1986, nuestros políticos clamaron: “Aún estamos lejos, pero convergeremos...”. Y sin embargo, estamos todavía a tomar po’l culo. Y no solo por la corrupción política, sino por el atraso en las costumbres. Fuera del Palacio de Christiansborg las bicicletas son las reinas del asfalto y nadie va dando voces por la calle. No es baladí. Hace frío sí, pero es un frío sano y cordial, que además puede combatirse con un café bien calentito. Los daneses son hasta más guapos, jolín, y ya no te digo nada las danesas... Si algún día cayera un meteorito que nos dejara al borde de la extinción, espero que caiga cerca de aquí y no en Copenhague, para que sean ellos, los protas de “Borgen”, tan sexys y civilizados, los que repueblen el mundo con polvazos dignos de una saga mitológica. 



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