Saint Maud

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No hay nada peor que un fanático religioso. Porque su reino no es de este mundo. A esta gente se la sopla el gozo de vivir. Ya sabemos que el gozo siempre es un gozus interruptus, esquivo y tacaño, pero da igual: es lo que hay, y hay que emborracharse cuando sonríe. Para otros -aunque luego la desperdiciemos con cien miedos y cien tontunas- la vida es una oportunidad única, un paréntesis en la nada. Un milagro laico de la materia. Pero para esos tocados del ala, esos dementes del frenopático, la vida no es más que una prueba, casi un fastidio al que nunca se hubieran presentado por propia voluntad. La gente que desayuna lo mismo que esta esquizofrénica que eriza el vello en Saint Maud, hubiesen preferido no nacer, quedarse bostezando en el Cielo de donde proceden, allá en la Nada sin conciencia que dicen que es la contemplación beatífica, y la serenidad del espíritu. Pues se la regalo, si la quieren...

“Si hay que ir a la Tierra, se va. ¡Pero ir pa’ná!” Se lo copiaron una vez a José Mota y ahora es su queja más habitual, cuando les despiertan de la siesta y les obligan a encarnarse en un cuerpo pecador y sufriente. El dolor como vocación, y el placer como culpa. Un asco en todos los sentidos. Y así, asqueados, no les importa morir ni matar, porque se desprecian, y nos desprecian. Para ellos no somos más que un equívoco, una molestia, almas estúpidas que no alcanzan a entender la vanidad de esto, y la trascendencia de lo otro. Para su fe perturbada sólo somos filfa de carne. A mí me dan un cague de la hostia: la santa Maud ésta, y la mamá de Carrie, y algunos tipejos que disparan balas o verborreas en la vida real...

En fin... Sólo espero que cuando me llegue la postración en la cama -que ojalá sea dentro de muchos años- no me pase lo mismo que a esta mujer de la película, Amanda, la ex libertina, la enferma de cáncer que solicita una enfermera para que la cuide por las noches y la agencia -que al parecer no hace tests psicológicos a sus contratadas- le envía a esta jamada que ve más allá de las inyecciones y del cuidado corporal. Estoy avisado. Pediré muchas referencias. Aspirantes a la santidad no, gracias. Quiero morir sin dolor, y abrazado a mis pecados, como ositos de peluche.