Your honor

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No. Paso. Esta historia ya me la han metido muchas veces, y además doblada. Ya no quiero más fisting en mi vida. Ahora, de mayor, sólo quiero amor y ternura. La vida es demasiado corta, y las series demasiado largas. Y además ya son muchas: cientos, miles, camino ya del millón, ahora que incluso el Ayuntamiento de Valdeteja va a empezar con la producción propia, con series como “Montaña arriba”, o “El pastor y la zagala”, y la mejor de todas, “Llega un madrileño de veraneo”, para estrenarlas dentro de unos meses en otra plataforma online llamada “Valdeteja Plus”, a 9’99 euros al mes, y un chaleco de lana de regalo, en cada suscripción.

Que no: que no hay vida, no hay tiempo, y esto ya es una marabunta de series, una selva de ficciones que ya crece sin control, tapando el sol, y ocultando los caminos al caminante. Ni todo va a ser follar -como cantaba Javier Krahe- ni todo va a ser quedarse frente a la tele, como quieren estos malandrines de los estudios americanos. Hay que desbrozar a machetazos, sin compasión, para encontrar la senda de la vida perdida: retomar la lectura, los paseos, el amor en los tiempos del virus. ¿Qué te enrollas?: zas, fuera; ¿que te vas por las ramas de Úbeda?: zas, a tomar por el culo.

Your honor empieza muy bien, con Bryan Cranston haciendo de las suyas, porque él es un actor de voz cavernosa y gesto implacable que llena la pantalla. ¡Él era el puto Heisenberg!, no lo olvidemos... Pero las amistades, y los internautas más sinceros, ya me habían advertido que, esto, al final, es lo de casi siempre: los guionistas te enseñan la pierna, el inicio del escote, y cuando ya te tienen hechizado empiezan a marear la perdiz, y te endilgan eso que ellos llaman “desarrollo de los personajes”, que es el eufemismo de moda para referirse al rollo de los secundarios que molestan, de las tramas que sobran, del engorde artificial que da de comer a la industria.

He llegado al capítulo 4. Quedaban otros 6. Dicen que al final el sufrimiento queda redimido. Pues bueno. Pues vale. Pues me alegro.