🌟🌟🌟🌟🌟
Este año, me temo, tampoco haremos la revolución. La revolución ha quedado aplazada sine die. Yo confiaba mucho en el año 2017, por aquello del centenario, pero habrá que esperar a un bicentenario que yo ya no veré. “A ver si alguien se anima”, me decía yo entonces. Tampoco hace falta que tomemos Manhattan en primer lugar, como cantaba Leonard Cohen. Con un palacio estratégico de Madrid nos vale. Y a partir de ahí, lanzarnos a soñar. Todo el poder para el soviet.
Pero pasó el año 2017 y nadie recibió una instrucción del comisario de Moscú. De hecho, no sabemos nada de él desde el año 1989. O le han pegado un tiro o se ha sumado a la francachela de Vladimir.
Las cosas están más o menos como estaban. O incluso peor. Los medios de producción están en manos de los mismos y las fuerzas del orden siguen dando hostias a mansalva. Los ejércitos no están con nosotros y el soviet ha pasado de ser un concepto histórico a una utopía de camaradas. En caso de ponernos burros, ¿qué armas podríamos oponer a las suyas? ¿Un cóctel molotov? ¿Un tirachinas? ¿La escopeta del abuelo? Estos anarquistas de la película al menos viven en Estados Unidos y disponen de armas de fuego que pueden comprar en las tiendas de juguetes. Y aun así, su esfuerzo es bastante tonto y baldío. Suicida. Contraproducente incluso. Menuda imagen que dan de psicópatas y de colgados... La revolución se hace a lo grande o no se hace. Y organizada, coño, dirigida desde arriba. Todo esto, sin el camarada Lenin, es una chapuza lamentable.
Nos quedan las urnas, sí, pero las urnas están diseñadas precisamente para impedir la revolución. Se trata de elegir entre Guatemala y Guatepeor. Si algún día nos diera por votar una propuesta revolucionaria de verdad, ellos sacarían los tanques a la calle o le pegarían un tiro al presidente. Estas cosas no las inventa mi paranoia: ya han sucedido de verdad. Así que está todo perdido. Cautivos y desarmados los ejércitos rojos y las facciones clandestinas, ya solo nos queda pelear por las migajas: un porcentaje, una regulación, una ayudita... Una batalla tras otra.






